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Poco después del terremoto, en 1756, se publicaron en alemán los famosos artículos sobre el terremoto de Lisboa, de la autoría de un académico desconocido: Immanuel Kant. Este interés corría paralelo a la famosa pregunta del Inquérito o de la Consulta sobre la dirección de los movimientos sísmicos o hacia qué parte habrían caído las ruinas de los edificios. Pero, ¿serían las explicaciones sobre el terremoto, escritas en Portugal o en Alemania, muy distintas entre sí?
Cualquier lector alemán encontraría en Kant una explicación de los terremotos basados en la forma del suelo. Las cuevas, las minas y los laberintos explicaban la facilidad de los desmoronamientos. Los temblores se propagaban por una especie de implosión a lo largo de los márgenes de los ríos, dada la abundancia de cuevas en las laderas de las líneas de agua.
Pero estas no eran explicaciones muy sólidas.
Por esta razón, un texto portugués de la época reconocía que entre los fenómenos de la naturaleza, los más difíciles de explicar eran los terremotos. ¿Qué se entendía por terremoto? "Una pulsación, temblor, inclinación o subversión de la tierra en alguna parte del globo terráqueo" respondía un curioso en 1756. En ese momento, las principales ideas sobre el origen de los terremotos aún se fundaban en la filosofía clásica: la fermentación de materiales inflamables en las cuevas subterráneas provocaba volcanes. Pero la ausencia de volcanes (por donde se expulsaba la materia explosiva) y y su correspondiente acumulación de presión, provocaba los terremotos, según los conocimientos de la época.
La experiencia del terremoto observada en Lisboa en 1755 contribuyó a una mejor comprensión del problema. La estrecha relación entre los viajantes y comerciantes, y los hombres de la ciencia, fuesen médicos o eclesiásticos, promovió la circulación de ideas. En este sentido, la comunidad alemana en Lisboa jugó un importante papel. Los alemanes estaban vinculados a profesiones tecnológicas: impresores, vidrieros, encuadernadores, espingarderos, así como muchos financieros y mercaderes. En 1755, la multitud de alemanes supervivientes a la catástrofe, entre ellos un traductor de la Biblia y propietario de una colección de literatura portuguesa, promovieron la circulación de ideas entre Lisboa y Hamburgo. La ciencia rompía así barreras políticas y religiosas, además de las medidas de solidaridad, decididas por el Senado de Hamburgo, enviando a Lisboa 900 contos y 4 navíos, cada uno con 200 toneladas de madera para la reconstrucción.
De hecho, son muchos los testimonios palpables de este espíritu científico circulando entre países, reeditados en otras ciudades. Encontramos aquí descritos los movimientos sísmicos en Lisboa de aquel fatídico día "a modo de embarcación". Según estos testimonios, no cabía duda de que los mayores movimientos, y de más larga duración, serían en dirección norte-sur. Descripciones más rigurosas estimularon mejores explicaciones. Los mercaderes, atentos a las flotas en el río, fueron testigos del retroceso del mar, dejando ver el fondo hasta niveles nunca vistos en la fluctuación de las mareas. Asimismo, registraron los diversos movimientos de la tierra, pues nada podía perturbar más la confianza en el comercio que los 250 temblores registrados en los seis meses posteriores al 1 de noviembre de 1755.
EN LA SALA DOS CONTOS
Un comerciante alemán residente en Lisboa. Nacido en Hamburgo y corresponsal en Lisboa, colecciona instrumentos científicos y siente curiosidad por las explicaciones lógicas y racionales de los terremotos. Después del terremoto, escribe a casa:
Queridísimos padres:
Espero que esta carta os encuentre bien de salud. Estoy bien, dadas las circunstancias; aunque todavía no entiendo por qué Dios se apiadó de mí y por qué he sobrevivido al terremoto que destruyó esta ciudad. El 1 de noviembre, me vi tentado por la belleza de la mañana a dar un paseo, así que salí de mi despacho y subí a la cima de la colina de San Jorge. Esa pudo haber sido mi salvación, ya que la meseta es amplia y no hay construcciones. De repente, comenzó el temblor. No entendía muy bien lo que estaba sucediendo, pero, al tercer temblor, mientras me aferraba a un poste temiendo por mi vida, supe que sobrevivir era cuestión de suerte.
Cuando la tierra paró de temblar, según caminaba colina abajo, comprendí la magnitud de los daños. No había palabras para expresar aquel horror. El polvo y el humo de los incendios me rodeaban y apenas podía respirar. Me envolvía la oscuridad y me encontré inmerso en una ciudad que se derrumbaba, con multitudes de personas gritando y clamando piedad. ¡Esta ciudad nunca podrá recuperarse!
Me he refugiado en el jardín de la casa de otro comerciante. Con muchos otros supervivientes, he estado durmiendo en tiendas. ¡Me siento más seguro sin paredes a mi alrededor! Todos tienen miedo de que otro terremoto vuelva a sacudirnos y destruya lo poco que queda.
Estoy completamente seguro de que pronto habrá otro. Tuve la suerte de poder leer en secreto un artículo publicado en el semanario Königsberg por un joven erudito llamado Immanuel Kant. Defiende que los terremotos son causados por implosiones que ocurren dentro de la tierra, cerca de los ríos, como es el caso de Lisboa. Aquí la tierra está llena de cuevas, minas y laberintos, que a menudo se llenan con el agua del océano y del río. El rey y sus ministros están debatiendo si reconstruir Lisboa o mudar la corte real a Belém… Se rumorea que la ciudad se reconstruirá sobre la misma zona ¡donde estoy seguro que sucederá otro terremoto!
Por eso he decidido volver a casa pronto y para siempre. No deseo volver a experimentar esto en lo que me queda de vida. He pedido permiso a la sede central para abandonar Lisboa, así que ahora estoy preparándolo todo para cuando llegue mi sustituto. ¡Que Dios quiera que sea cuanto antes!
Espero que el invierno no sea demasiado duro en casa y que gocéis de buena salud.
Vuestro querido hijo,
xxx
Publicaciones de Kant en el periódico Koninsberger:
- Enero de 1756 “Sobre las causas de los terremotos, con motivo de la calamidad que afectó a los países occidentales de Europa a finales del año pasado”.
- Febrero de 1756 “Historia y descripción natural de los sucesos más notables del terremoto que afectó a gran parte de la Tierra a finales del año 1755”.
- Abril de 1756 “Observaciones continuadas de las convulsiones terrestres que se han percibido durante algún tiempo”.
Estos tres ensayos fueron escritos como respuesta al terremoto de Lisboa del 1 de noviembre de 1755, que destruyó más de la mitad de la ciudad y mató a decenas de miles de sus ciudadanos. La ciencia de las placas tectónicas aún quedaba lejos, y la explicación científica de Kant sobre las causas del terremoto se basaba en gran medida en la filosofía natural de Aristóteles y de los comentaristas antiguos, donde se señalaban los efectos de la combustión y las cavidades subterráneas como factores dominantes. Pero el punto principal de Kant era que el terremoto debía entenderse en términos totalmente físicos. Rechazaba la catástrofe como una afrenta a la bondad divina o un castigo ejemplar del Creador. El hecho de que estos ensayos estuvieran destinados a un público amplio era mucho más revolucionario de lo que pueda parecer hoy. En ese sentido, Kant apuntaba a nuevos caminos.
LUGARES PARA VISITAR
- Museu de LisboaExplore
SEGUIR EXPLORANDO
Kant, Immanuel: Allgemeine Naturgeschichte und Theorie des Himmels. Königsberg u. a., 1755:
https://www.deutschestextarchiv.de/book/show/kant_naturgeschichte_1755
BIBLIOGRAFÍA
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