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Hay tres tipos principales de fallas: normales, de desgarre e inversas. Las fuerzas que se aplican sobre la zona fracturada de la roca definen el movimiento en la falla, lo que a su vez define el tipo de falla. Las fallas normales, que se encuentran principalmente en los límites de placas divergentes, se generan por una tensión horizontal que separa los dos bloques. Las fallas inversas, que se encuentran principalmente en los límites de placas convergentes, son causadas por una compresión horizontal que junta o acerca dos bloques. Las fallas de desgarre, que se encuentran principalmente en el límite de placas transformantes, se originan por fuerzas horizontales de compresión y de tensión con magnitudes similares que hace que los bloques se desplacen lateralmente.
Las fallas no siempre son fáciles de identificar. La erosión y el depósito de sedimentos modelan de manera activa el paisaje, borrando a veces el rastro de fallas activas. Otras fallas están enterradas y no dejan un rastro perceptible en la superficie terrestre. Se denominan fallas ciegas u ocultas. Esto hace que el trazado de fallas activas —donde se producirán futuros terremotos— resulte una tarea muy complicada para geólogos y geofísicos, especialmente en regiones donde los índices de actividad tectónica son bajos debido al lento movimiento de las placas o a las zonas de fallas distribuidas.
¿Sabías que...?
- Los científicos aún no han sido capaces de predecir dónde pueden ocurrir todos los terremotos futuros porque es imposible trazar todas las fallas actualmente activas.
- Las fallas activas son aquellas que se sabe que se han desplazado, o se sospecha que lo han hecho, en el pasado geológico reciente, generalmente hace unos pocos miles de años. El trazado de fallas activas es de lo que se ocupa la neotectónica. Los mapas neotectónicos son los más relevantes para evaluar el riesgo sísmico, y se utilizan para ayudar a determinar la ubicación y las normas de edificación de grandes instalaciones como las centrales eléctricas.
- Cuando existe evidencia suficiente, la actividad de una falla puede medirse por la velocidad con la que los bloques opuestos se desplazan entre sí. Los valores varían de menos de 1 mm/año para las regiones de deformación lenta a muchos cm/año para las áreas más activas tectónicamente.
- Si durante un terremoto, la falla activa quiebra la superficie terrestre, generará un desplazamiento de la superficie, lo que denominamos un rastro de falla. Esto se puede identificar y medir sobre el terreno, así como también en el fondo del mar con sondeos geofísicos marinos de alta resolución que tracen la batimetría.
- El continuo movimiento de fallas activas desplaza ríos, forma relieves y crea otros accidentes geográficos que pueden observarse desde el cielo e incluso desde satélites en el espacio.
- Después de un fuerte terremoto, los geólogos y los geofísicos comienzan su trabajo de campo para comprobar el rastro de falla, medir su longitud, deslizamiento e inmersión.
Hay tres tipos principales de fallas: normales, de desgarre e inversas. Las fuerzas que se aplican sobre la zona fracturada de la roca definen el movimiento en la falla, lo que a su vez define el tipo de falla. Las fallas normales, que se encuentran principalmente en los límites de placas divergentes, se generan por una tensión horizontal que separa los dos bloques. Las fallas inversas, que se encuentran principalmente en los límites de placas convergentes, son causadas por una compresión horizontal que junta o acerca dos bloques. Las fallas de desgarre, que se encuentran principalmente en el límite de placas transformantes, se originan por fuerzas horizontales de compresión y de tensión con magnitudes similares que desplazan los bloques lateralmente.
Si la falla activa fractura la superficie terrestre, generará un rastro de falla. La imagen muestra la ruptura de falla del terremoto de Chi Chi (Taiwán) en 1999.
El terremoto de Spitak de 1988, con una magnitud de M 6,8, acabó con la vida de miles de personas y generó una extensa devastación en Armenia. También fracturó la superficie, como se muestra en la ilustración.
El terremoto de Izmit (Turquía) en agosto de 1999 fue provocado por la ruptura sobre una falla de desgarre. Causó un gran desplazamiento lateral entre los dos lados de la falla, como claramente demuestran las líneas.
El continuo movimiento de fallas activas desplaza ríos, forma relieves y crea accidentes geográficos que pueden observarse desde el cielo e incluso desde satélites en el espacio. El rastro de falla de San Andrés que se muestra en la ilustración es un buen ejemplo.
El movimiento continuo de fallas activas también forma relieves en el fondo marino, como revelan los sondeos batimétricos de alta resolución. Las flechas muestran el rastro de falla del fondo oceánico de la Llanura Abisal de la Herradura (suroeste de Portugal continental), que tiene una longitud de más de 100 km y cuyo desplazamiento vertical supera los 1.000 m en algunos lugares. Es una de las fallas que se cree que han originado el terremoto y el tsunami de 1755.
Mapa de fallas activas (líneas continuas) y probablemente activas (líneas discontinuas) identificadas en Portugal y en el dominio oceánico circundante. En tierra firme, la actividad de las fallas es muy lenta, con tasas inferiores a 0,5 mm/año. Las tasas de actividad de las fallas marinas son mayormente desconocidas.
El European Fault-Source Model 2020 (EFSM20) de fallas sismogénicas en Europa muestra las fallas que pueden provocar terremotos en un futuro cercano.
Fallas activas en California (EE. UU.).
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BIBLIOGRAFÍA
Grotzinger, J. & Jordan, T. H. (2020). Understanding Earth, 8th ed. MacMillan.
Robert S. Yeats, Kerry Sieh, and Clarence R.Allen, The Geology of Earthquakes Oxford University Press, New York, 1997.
Instituto Dom Luiz
Seismofaults.eu, https://www.seismofaults.eu/efsm20